Lugares

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Aquí me pierdo. Aquí me encuentro.

El arte de lo fugaz

Sentada en la arena observé la inmensidad del océano. El mar incesante, las olas que nunca se detienen; están tan llenas de vida y movimiento. Yo las miraba con atención, cómo crecían, llegaban a la orilla, rompían y se marchaban. Al llegar producían un hermoso sonido, al irse dejaban sólo silencio y la arena mojada, eso era todo. Vida y muerte. Principio y fin. Me asombra pensar que se pueda ser tan breve como una ola de mar. ¿Cómo se aprenderá el arte de lo fugaz? ¿Dónde? ¿Quién lo enseña?

Hoy 7 de Julio, el 7 de Julio [Cortázar]

Capítulo 7 – Rayuela

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Magia en un taxi

Una mañana sucede, que te subes a un taxi con la cabeza llena de pensamientos. Acabas de salir de una reunión importante, hay sol y hace calor, tú llevas medias puestas y sólo quieres llegar a tu destino a cambiarte. –Calle Arteaga número 21, por favor.

De pronto empieza a sonar una canción de amor.  El taxista voltea y te mira, te pregunta: Señorita, ¿sí conoce esa canción?- Y la ternura con la que lo pregunta, la sonrisa en su cara y los ojos brillantes te conmueven, respondes devolviendo la sonrisa que sí, que la conoces. Él se siente feliz, lo hace evidente, tú no comprendes si es por que la conozcas y o porque la está escuchando en ese instante. Entre estrofa y estrofa, cuando no hay letra y no está cantando, te dice que esa canción significa mucho para él y para su esposa, con quien lleva casado 19 años. No puedes evitar sonreír. Termina la canción y voltea de nuevo: -Señorita, ¿qué música le gusta?– Te sorprende la emoción de la pregunta más que la pregunta en sí. Respondes que te gusta casi toda, que puede poner la que le guste más a él. El semáforo está en rojo, entonces abre la guantera y saca una buena cantidad de discos, con orgullo te dice: ¡Mire toda la que traigo aquí!- Te encanta su emoción, su entusiasmo, su pasión. Pone una canción que no conoces, pero igual te alegras porque la situación te parece especial. Él conduce lleno de alegría, tú lo observas. También te observas. Estás sintiendo dicha, estás emocionada, lo escuchas cantar y reconoces en ti una extraña e inesperada ternura, como si te hubieran tocado suavemente el corazón. Te sientes viva, afortunada, agradecida, feliz. Amando ese momento, ese taxi, esa canción, esa perfecta combinación, la magia que acaba de suceder para ti.

Te das cuenta de que es así, que la magia puede suceder una mañana cualquiera, cuando menos te la esperas.

Dina

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Dina llegó a vivir conmigo hace casi 2 años. Me enseña a cuidarla, me tiene paciencia y sobrevive más por su fuerza que por mis habilidades botánicas. Cada día está más bella, o yo la quiero más, que no es lo mismo pero se parece.

Aquella tarde

Aquella tarde hacía frío, caminábamos de la mano. Hay algo de misterioso y mágico en tu mano, sucede una hermosa conexión cuando toma la mía con esa fuerza y seguridad. Tus pasos son más grandes, los míos son más pequeños pero también más rápidos, de alguna forma vamos avanzando siempre al mismo ritmo. Llegamos a la estación y ya estaba el tren en el andén. Esperamos unos minutos, tú  me abrazaste y me diste un beso en la frente. Subimos al vagón y nos sentamos en los dos primeros asientos juntos disponibles. Casi no habíamos hablado en todo el camino del departamento a la estación. Yo abrí mi bolsa para sacar un libro y un lápiz. Tú pusiste tu mano en mi rodilla y me preguntaste: ¿Tú también me amas, verdad? – Te miré, me llenaste el alma de dulzura y sentí que el corazón se me salía del pecho. Te amé más todavía.

¿Cuántas noches nos faltarán para estar juntos?

Despedidas. Ilusiones. Distancia. Tiempo. Algo muy grande debe haber detrás de todo esto, me lo repito varias veces como tratando de descubrir qué es. Cada palabra, cada gesto,  cada detalle forma parte de algo inmenso, algo de una magnitud tal, que creo no alcanzamos a imaginar. No puede ser de otra manera.

El azar juega a enviarnos señales , si estamos atentos y tenemos suerte las podemos ver e interpretar. El universo nos manda pequeñas dosis de magia a través de números, por medio de canciones. Y nos encontramos mensajes ocultos entre las páginas de un libro.  El mar nos habla con su movimiento incesante, cada ola nos dice algo, solamente tenemos que escuchar.

Nos hemos vuelto especialistas en llenar momentos de vida, miradas de palabras, mordidas de caricias, silencios de amor.

¿Cuántas noches nos faltarán para estar juntos?

Tú y yo

Fotografías de instantes. Recuerdos de aromas, de roces, de miradas. Esta incomprensible inquietud cuando sucedemos en nuestras mentes. Pedazos de felicidad, de locura, de algo que no entendemos pero que nos ata (¿mata?) Inexplicable pero obvio, invisible si nos lo proponemos pero vivo y verdadero. ¿Producto de nuestra imaginación? Aberración. Capaz de destrozarnos el alma o llevarnos al cielo. Rasguña y acaricia al mismo tiempo; ¿Porque nosotros así lo decidimos? ¿O porque no podemos evitarlo? Absurdo, adictivo, delicioso, intenso. Muerde y besa. Nosotros. Lo que queremos ser y lo que no somos. Lo que un día soñamos. El amanecer de hoy y la imagen de la realidad en nuestro espejo. Nuestras largas horas y esperas infinitas. Nuestra sensatez inexistente. Tus manjares de traición. Mis textos sin sentido. Tú y yo.

No estás, pero estás a veces.

No estás, pero estás a veces. Vienes, te quedas un rato, después desapareces. Y luego ya no vienes, y entonces creo que ya te fuiste muy lejos de verdad, pero luego cuando menos me lo espero llegas de nuevo, no dices nada, vienes y vas constantemente. De pronto volteo y no te veo, entonces cierro los ojos y te veo otra vez. Cuando los abro, a veces ya apareciste de nuevo, pero a veces tardas más. Y yo voy a otros lugares, pero ahí también llegas, hasta lugares inimaginables.

Y eso me gusta porque estás conmigo, aunque yo sepa que no es siempre, pero sí es a veces, y esas veces son hermosas. Entonces cuando vienes yo sonrío, y tú sabes que es por ti, y tú sonríes también, y yo siento que es por mí. Y no decimos nada porque no nos salen las palabras de la emoción. Yo te miro, y siento alegría de que hayas vuelto. En ese momento ni siquiera pienso en que te vas a ir después. En ese momento no pienso nada.

Luego ya empezamos a hablar, aunque a veces simplemente nos quedamos en silencio y nos comunicamos de otra forma, con miradas por ejemplo, y así pasamos muchas horas sin darnos cuenta.

Y es por eso que es todo tan bello, porque el tiempo y el espacio dejaron de ser obstáculo hace tiempo.